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El coche 100% sostenible

Deberíamos ver la transición al coche eléctrico no como un simple cambio a una nueva tecnología de propulsión, sino también a modo de oportunidad para hacer los coches más amigables con el medio ambiente a todos los niveles, desde el uso de materiales ligeros a interiores certificados para veganos

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Pon un poco de imaginación: acabas de comprarte el Bentley de tus sueños. Abres su puerta por primera vez y te instalas en el asiento del conductor, pero antes de insertar la llave y girarla por primera vez no puedes resistirte a deslizar tus dedos por encima de sus suaves inserciones de piel cosida a mano.

Pero el asiento no es de piel, piel –o, al menos, no del tipo de piel que conocías. Se trata de piel vegana, realizada no a partir de piel animal, sino de un nuevo material que mezcla piel de fruta, semillas y tallos. Lo que te contamos no es una fantasía medioambiental, sino un producto real que está en pleno proceso de desarrollo y que constituye una pequeña porción de lo que podría formar en el futuro el coche 100% sostenible.

Materiales más verdes

Son muchas las compañías que experimentan, hoy día, con una amplia variedad de componentes para la automoción fabricados con materiales reciclados o de base orgánica. El objetivo es fabricar coches más ligeros, con menor huella de carbono y más fácilmente reciclables que los plásticos y metales que componen la práctica totalidad de los automóviles actuales.

Los fabricantes podrían ofrecer ya este tipo de materiales. Por ejemplo, muchas compañías ya comercializan telas producidas a partir de botellas de plástico y prendas de ropa recicladas. Otras producen alfombrillas hechas con redes de pesca recuperadas, y algunos componentes del salpicadero sustituyen el plástico habitual por planta de lino. Los hay que construyen asientos con corcho, o suelos y molduras de ratán comprimido. Este tipo de innovaciones son las que –cuando pasen del segmento de lujo al mercado masivo– llevarán la movilidad sostenible a otro nivel.

Neumáticos más eficientes

La reducción de emisiones no pasa tan sólo por sustituir los motores de combustión por unos de tipo eléctrico. Piensa en los neumáticos.

La incógnita principal de la ecuación de la eficiencia de los neumáticos se denomina ‘resistencia a la rodadura', es decir, la energía que se necesita para hacer rodar el neumático sobre el asfalto. La reducción de este parámetro ha sido uno de los mayores logros en la reducción de las emisiones de carbono por el tráfico rodado, al aumentar la eficiencia más allá de la mecánica (Pirelli registra mejoras de un 50% en la resistencia a la rodadura en los tiempos recientes, lo que equivale a reducciones de consumo del 10%).

Con todo, si se desea ir más allá en la reducción de emisiones habrá que fijar el foco en la reducción del peso. Los coches más pesados gastan más combustible, y desde los años ochenta este capítulo no ha dejado de aumentar con el añadido de nuevas medidas de seguridad y el aumento de las dimensiones medias de los vehículos. La llegada de los modelos eléctricos no ayudará precisamente a solventar este aspecto, ya que la masa de los grandes paquetes de baterías excede los 500 kg.

Coches más ligeros

El uso de materiales ligeros puede reducir este incremento de peso considerablemente, aunque muchos de ellos ya son más que conocidos en el mundillo desde hace años (hablamos de aluminio, magnesio y fibra de carbono). El problema siempre ha sido su coste: la fibra de carbono, por ejemplo, pesa la mitad que el acero equivalente, pero cuesta cinco veces más.

Sin embargo, aquellos fabricantes que descartan estas alternativas por ser demasiado caras deberían tomar nota de la caída de precio de la electricidad. En los casos en que la electricidad constituye el mayor coste de producción de materiales (como ocurre con el aluminio, que es un 40% más ligero que el acero), parece probable que el coste de producción de componentes más ligeros caerá.

De acuerdo con la Agencia Internacional de la Energía, el uso de placas solares es la forma de producción energética más económica. Su uso, entre otros aspectos, ayudará a que la producción de aluminio se vuelva más económica. De acuerdo con la empresa consultora McKinsey, en 2030 los materiales ligeros podrían representar el 67% del total de materias necesarias para fabricar un coche, contra el 29% actual.

Pensar en grande

Si se confirman todas las previsiones nos encontramos ante una combinación de factores: reducción de los costes de fabricación, técnicas más rápidas y eficientes para la producción de composites y componentes de fibra de carbono, y unos objetivos de emisiones definidos por Europa y los Estados Unidos que pueden hacer más eficiente a nivel de costes invertir en aligerar el peso de los coches.

El objetivo de la movilidad eficiente y sostenible es un reto desde hace años. La historia ya recoge ejemplos de coches ligeros –el Mini de 1959, por ejemplo, pesaba poco más que un paquete de baterías de un eléctrico actual–, pero sin las características de sostenibilidad plena que hoy en día se han vuelto tan importantes.

Las cero emisiones, la hipereficiencia y detalles como los asientos de piel vegana están a la vuelta de la esquina. Tan sólo necesitaremos un poco más de innovación por parte de las compañías (y, quizá, reconsiderar la definición de los objetivos de emisiones de carbobo) para llevarlos del todo a los automóviles del futuro.