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Desplazarse al trabajo en la ‘nueva normalidad'

Existen incontables posibilidades de gestionar nuestra movilidad diaria. Debemos, eso sí, conocerlas bien para sacarles todo el partido

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Cuando Sam Jones, responsable de comunicación, consiguió un trabajo en Londres decidió comprarse una bicicleta plegable Brompton S2L. “Era perfecta”, afirma con una sonrisa en el rostro. “Podía llegar al trabajo en 15 minutos –la mitad de lo que tardaría en transporte público– o pedalear por la ciudad para quedar con mis amigos. Ni siquiera tenía que atarla o ponerle un candado. Podía entrar con ella a cualquier bar o restaurante”.

Todo era perfecto hasta que se mudó a las cercanías de Londres. El trayecto al trabajo se volvió más largo y la respuesta a este nuevo desafío en clave de movilidad fue comprar una nueva bicicleta, una Pashley Guv'nor. “Una bella bici”, afirma. “Tres marchas y un manejo muy confortable. Mucho mejor para distancias largas”.

Años después, Jones cambió de trabajo y de casa, desplazándose a Surrey para afrontar un nuevo viaje diario –un trayecto de seis millas a lo largo de una vía verde construida sobre una línea de ferrocarril abandonada. ¿La solución? Una Surly Disc Trucker, bici con cuadro metálico y dotada de una práctica cesta sobre la rueda delantera.

Cada vez más opciones

El periplo personal de Sam Jones nos da un ejemplo un tanto extremo de la variedad de distancias que deben afrontar las personas en su camino al trabajo (en realidad, Jones tiene seis bicicletas en su garaje y su próximo objetivo es una eléctrica), pero nos revela una gran verdad: la necesidad de tomar decisiones muy sofisticadas a la hora de escoger un medio de transporte.

En un futuro próximo, es posible que los vehículos autónomos, las autopistas inteligentes o los heli-taxis automatizados se incorporen a nuestra lista de opciones de desplazamiento. Y es una perspectiva emocionante, pero también un tanto crítica. El escenario post pandemia ha alterado nuestro enfoque sobre el trabajo y el ocio, y nos obligará a adoptar opciones que alivien la presión sobre las carreteras en general y el transporte público en particular. Muchas personas han adoptado el ciclismo como modalidad de ejercicio físico en los breves períodos de respiro autorizados durante el confinamiento y posiblemente muchas de ellas conservarán esta rutina a la hora de regresar al puesto de trabajo físico.

¿Qué tenemos en cuenta a la hora de planear un itinerario del punto A al B? Los investigadores afirman que la mayoría de nuestras decisiones relacionadas con la movilidad se basan en un sentido práctico. Una determinada jerarquía de factores  desde la forma de vida a la sostenibilidad, la conectividad y la salud–condiciona nuestras opciones de transporte.

Hora de actuar

Una decisión a largo plazo como formar una familia numerosa, por ejemplo, puede llevar a opciones a medio término de vivir en las cercanías de la ciudad y adquirir un monovolumen con muchos asientos. A pequeña escala, las elecciones del día a día afectan más bien a dónde viajar y cómo hacerlo, esto es, dividir las jornadas según los trayectos que debemos hacer de forma obligada (al trabajo, a la escuela), por motivos de servicio (hacer la compra, acudir a una visita médica) o de modo puntual (vacaciones, visitas a familiares y amigos).

A su vez, cada decisión de movilidad está ligada a una suma de factores prácticos, psicológicos y sociales a veces difíciles de identificar. “Entre los codicionantes psicológicos se incluyen emociones como hasta qué punto uno disfruta caminando o conduciendo”, según cita el informe del gobierno británico sobre el futuro de la movilidad. Por otro lado, entre los factores sociales figura “cómo las decisiones de otras personas afectan a las nuestras propias (por ejemplo, las opiniones de iguales).

También entra en juego nuestra propia renuencia a cambiar de hábitos. Los desplazamientos diarios constituyen una rutina habitual y repetitiva que tan sólo alteramos como respuesta a un cambio –del estilo de una nueva sede laboral o la inauguración de un carril bici. Durante la pandemia, nuestro hogar se ha convertido en el lugar de trabajo y, en el progresivo retorno a la oficina, encontraremos que muchas ciudades están implementando cambios en sus infraestructuras de transporte.

Palancas del cambio

Sería bueno ver nuevos carriles bici o zonas peatonales en muchas de nuestras ciudades. En este sentido, la tecnología digital jugará un papel protagonista –la conectividad hará posible el transporte compartido, desde coches a bicicletas, gracias a apps que se ocuparán de pensar por nosotros. Bastará con definir nuestras prioridades y la aplicación seleccionará para nosotros el trayecto o el modo de desplazamiento más sostenible, eficiente o tranquilo de entre las opciones existentes para llegar a un destino concreto.

Ojalá podamos sacar partido al apasionante futuro de la movilidad con nuevas y mejoradas formas de transporte. Es más, tendremos aplicaciones capaces de ofrecer a Sam Jones cubiertas a medida para su amplia gama de bicicletas. Tendrá, pues, amplio espacio para dejar la decisión en manos de sus propios caprichos.