El momento preferido de Ana Carrasco es aquel en el que se coloca el casco y baja la visera. Según ha confiado a sus amigos más próximos, en esos escasos segundos no se siente la chica que ha roto barreras en un deporte presuntamente exclusivo para hombres. Con su atuendo de piloto, Ana es una más del campeonato World Supersport 300. Su objetivo es darlo todo en la pista, igual que todos sus rivales. Claro que para definir a esta española de 21 años resulta imposible dejar de lado las dinámicas habituales de género y su punto de carácter. Porque Ana Carrasco es mucho más que una mujer que compite contra hombres, es una mujer que bate récords. Ha sido la primera piloto en compaginar Moto3 –donde ha logrado sumar puntos– y Supersport 300. Este año, al manillar de su Kawasaki Ninja 400, se ha convertido en la primera en liderar esta categoría del universo Superbike, ideada a modo de incubadora de jóvenes talentos del motociclismo.
Si es cierto que dos pistas nos dan una evidencia, entonces cuatro se convierten en certeza: la cuarta plaza lograda por Carrasco en Assen, la sexta en Aragón y, por encima de todo, sus dos victorias en Imola y Donington nos demuestran que la española puede soñar con el título mundial. Completaría con ello una revolución previamente impensable en el deporte de las dos ruedas.
La historia de Ana no se entiende sin un poco de perspectiva en forma de aportaciones previas de pilotos como la finlandesa Kirsi Kainulainen, la primera mujer en completar una carrera de un campeonato del mundo motociclista en 2016, en el Pannonia Ring, Hungría, en su BMW sidecar. Carrasco ha ido un paso más allá, demostrando que puede mantenerse firme en el liderato de la tabla clasificatoria –tras cinco carreras goza de 20 puntos de ventaja sobre el segundo clasificado.
“En el motociclismo, la fortaleza física no lo es todo –detalla la española–. Estoy demostrando que puedo competir en igualdad con todos los demás.” Su camino hasta este nuevo escenario no ha sido sencillo. Hija de un mecánico, su primer contacto con el mundo motociclista le llegó a la temprana edad de tres años, cuando se subió por primera vez a una minimoto. Desde entonces, su vida ha girado siempre alrededor de la competición: a los 14 años (edad mínima para inscribirse), debutó en el Campeonato de España, convirtiéndose en la primera mujer que sumaba puntos. Desde entonces su nivel no ha hecho más que subir, y el 7 de abril de 2013 consiguió estrenarse en el Mundial en Qatar como piloto del equipo KTM de Moto3. Esa misma temporada, en octubre, se convirtió en la primera en puntuar en el certamen, hito alcanzado en Malasia. Las siguientes campañas no fueron fáciles para Ana, que llegó incluso a poner en cuestión su propio talento, hasta dar con el lugar y desafío perfecto en el certamen Supersport 300. Y, si su primera victoria en un GP, que celebró en Portimão en septiembre de 2017, se debió, en gran medida, a los errores y las caídas de sus rivales, en Imola y Donington 2018 dominó desde el semáforo a la bandera a cuadros, demostrando una gran superioridad técnica.
Para una mujer que lleva 18 años al manillar de una moto, el verdadero reto ya no es simplemente batir a sus oponentes –algo que ya ha demostrado que es capaz de hacer– sino derrotar los últimos prejuicios, aquellos que parece que le brinden un trato especial, como si fuera más delicada o frágil que sus rivales. Ana Carrasco es, simple y llanamente, una piloto con un gran talento. Es más, hoy por hoy es la piloto a batir.