Formula 1

F1 y penalizaciones: la historia de nunca acabar

La última tuvo lugar en Canadá, y apartó a Vettel del triunfo en el Gran Premio. Pero muchos otros campeones pasaron antes por un calvario similar: Senna y Prost, Rosberg o Hamilton

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El campeonato del mundo de Fórmula 1 2019 acaba de cerrar su primer tercio con un rotundo siete de siete para Mercedes. La única excepción a la norma impuesta desde el Gran Premio de Australia parecía que llegaría en Canadá, el único lunar “rojo” en el monólogo de las flechas plateadas, que se mostraron, contra lo habitual, fuera de forma. Sebastian Vettel lideraba con comodidad la prueba desde la salida… hasta que cometió un error que acabaría resultando fatal. En la recta final de la prueba, su Ferrari se fue recto en la curva tres del trazado de Montreal, volando por encima de la hierba a 200 km/h y evitando de milagro el trompo. Acto seguido, el alemán regresó como pudo a la pista, haciéndolo justo por delante de Lewis Hamilton, que venía marcándolo de cerca giro tras giro. El inglés sabía que, por una vez, el Ferrari era un poco más rápido, y sólo le quedaba esperar a un error de pilotaje para cambiar el destino de la carrera.

Lo que ocurrió a continuación es historia. Los comisarios estudiaron el incidente e impusieron una penalización de cinco segundos a Vettel. Y cayó la bandera a cuadros con el de Ferrari por delante de Hamilton, una escena que no ilustraba la clasificación real a ojos de los espectadores de todo el mundo. Porque el cronometraje oficial situaba a primero y segundo en el orden inverso a su llegada a meta. Las secuelas de todo ello quedaron bien visibles en el podio: un enfurecido Vettel rechazó acercarse al parque cerrado, dirigiéndose en su lugar al hospitality de Ferrari. Y cuando finalmente arribó al podio –algo que hizo bajo amenaza de un castigo severo– se detuvo en la zona donde estaban aparcados los monoplazas y cambió el cartel que marca el orden de llegada con el número 1, situado delante del coche de Hamilton, para situarlo delante del único Ferrari aparcado, el de Charles Leclerc, tercero: Ferrari 1º; Mercedes 2º. Cuando, al fin, el tetracampeón alemán subió al cajón, la controversia no se detuvo: ¿merecía realmente ser penalizado? ¿No habría sido mejor considerar la acción un incidente de carrera, como en los viejos tiempos? Más de uno sintió la invitación de rescatar algunas acciones similares de eras mucho menos complejas que la presente…

F1 y penalizaciones: la historia de nunca acabar
F1 y penalizaciones: la historia de nunca acabar

De hecho, lo ocurrido en el Gran Premio de Canadá engloba, en realidad, la esencia de un debate eterno al deporte en su totalidad: ¿había que penalizar o no? ¿Lo hizo intencionadamente o no? Existen material y argumentos para debatir eternamente, pero no estamos ante nada nuevo en una especialidad caracterizada, desde tiempos inmemoriales, por las sanciones, las investigaciones y las audiencias en tribunales deportivos.

Cómo olvidar, por ejemplo, la colisión entre Senna y Prost en el Gran Premio de Japón de 1989. Ambos llevaban enfrascados en la lucha por el título desde el inicio de la temporada, en un duelo que mezclaba vendettas personales y acusaciones mutuas. Tras colisionar en la última chicane de Suzuka, Prost se bajó del monoplaza mientras Senna luchaba por regresar a la pista, para completar una remontada que culminaría con una victoria y su segundo campeonato mundial… que los poderes deportivos del momento le retirarían ipso facto. Senna fue castigado por una reincorporación ilegal, lo que invalidaba su victoria y entregaba el cetro a Prost. Esta rencilla seguiría viva entre ambos una temporada completa, y en el Gran Premio nipón del año siguiente, el brasileño colisionó con la trasera del francés (entonces piloto de Ferrari) en el primer viraje. La lucha por el título acababa allí con Ayrton como bicampeón, previo paso por la oficina de los comisarios, que incluso lo amenazaron con no renovar su licencia de piloto para 1991.

Otros incidentes más recientes nos trasladan, por ejemplo, a España 2016. Los dominantes Mercedes escapaban desde las dos primeras plazas de la parrilla, con Rosberg por delante de Hamilton. Poco menos de un kilómetro después, Hamilton lanzó un ataque casi suicida, su compañero lo arrinconó hacia la hierba y desencadenó una serie de sucesos que acabó con ambos coches detenidos en la escapatoria. En este caso, la investigación no la lideraron los comisarios, sino el propio personal del equipo de la estrella, a puerta cerrada. Toto Wolff y Niki Lauda charlaron con los dos pilotos, que ofrecieron su versión de los hechos. Pero Lauda lo tenía claro: con dos Mercedes retirados, alguien debía responder por ello. Y ese alguien, según el tricampeón austríaco, era Hamilton, que debió haber esperado en lugar de abalanzarse a por su compañero de escudería como si no hubiera un mañana.

El incidente se saldó sin castigo formal, que llegaría para Hamilton en forma de pérdida del título ante su compañero Rosberg por sólo cinco puntos. Quizá si hubiera esperado algunas curvas más para intentar superarle –algo que quizá podría haber logrado– el título habría sido suyo.