Hubo un tiempo en que los deportivos eran máquinas duras, exigentes y hasta intimidantes, tanto para el conductor como para el pasajero. En la actualidad, la electrónica ha hecho la experiencia más accesible: basta con pulsar un botón para que todo sea más fluido, más fácil… a veces incluso demasiado.
Y luego están los Pagani. Coches que incorporan todo lo que la tecnología moderna puede ofrecer, pero sin renunciar a la emoción de conducir. Automóviles diseñados para ser guiados con comodidad pero, al mismo tiempo, para transmitir cada pequeña vibración, cada mensaje del asfalto filtrado desde las ruedas hasta las manos que empuñan el volante. Coches que cumplen con las normativas de emisiones sin renunciar al rugido de un motor V12. Donde la innovación está al servicio de la más pura tradición del automóvil deportivo.

Esa es la fórmula secreta del fundador, Horacio Pagani. Bajo una carrocería cautivadora, oculta tras siluetas perfectas que fluyen sin interrupciones, se esconde un universo tecnológico con un único propósito: materializar el concepto de “conducción emocional”, nacido en los deportivos de los años 60 y 70. Aquellos coches dejaron una huella imborrable en la historia y hoy son los más deseados por los amantes de la conducción deportiva precisamente por su pureza, por su renuncia a hacer concesiones. Coches que, hoy en día, ya no podrían venderse tal cual, porque el mundo ha cambiado.

En la actualidad, rodeados de motores eléctricos, soluciones híbridas y segmentaciones comprometidas, encontrar un motor V12 bajo el capó es casi un milagro. Es el “rey de los propulsores”, una especie en peligro de extinción por culpa de las normativas medioambientales. Ahora bien, en Pagani, la búsqueda de los ajustes más finos, de la armonía entre las dos bancadas de cilindros y la labor de los turbocompresores, ha permitido superar incluso las pruebas más exigentes. La mitad de los prototipos de desarrollo se dedicaron exclusivamente al motor, para conservar el grito del 12 cilindros pero guiándolo, con elegancia, hacia el presente. Tanto trabajo permitió alcanzar su homologación en todos los mercados, incluidos los más estrictos, como California. Y todo ello sin recurrir a la tecnología híbrida, que habría supuesto complicaciones… y más peso.

Para transmitir los 1.100 Newtons-metro (Nm) de par a las ruedas se recurre a una caja de cambios clásica: manual, con una palanca corta y acompañada de un embrague, algo cada vez más infrecuente en los deportivos. Una decisión tan arriesgada como contracorriente, que necesitó tres años de ajustes para conseguir la sensación exacta que demanda el conductor. Porque de eso se trata en la conducción deportiva: de sensaciones.
Sensaciones que también se perciben en el habitáculo, en cada interacción con los controles. Por eso, las pantallas se han reducido al mínimo, privilegiando en su lugar los botones físicos que hacen clic al activarse. Detrás de cada uno de ellos hay una investigación meticulosa para hacer la experiencia fácil, pero también tangible. Un sistema electrónico “analógico”, creado a medida, que pone todo al alcance de los ocupantes, como en las lanchas Riva, donde cada detalle tiene su función. Pero sin sobrecargar ni al coche… ni a sus ocupantes.

El peso es otra variable decisiva para disfrutar al volante. Por ello, el estudio de nuevos materiales y de los procesos para trabajarlos se torna fundamental a la hora de crear un coupé con los mismos valores de rigidez y ligereza que un roadster. Una excepción a una de las reglas más comunes del mundo del automóvil: que las versiones descapotables siempre pesan más que las cerradas. Salvo esta. Para lograrlo, Pagani ha desarrollado y combinado magistralmente 40 tipos diferentes de materiales preimpregnados a base de fibra de carbono.
Un trabajo minucioso –resultado de la sinergia entre cada uno de los componentes diseñados por Pagani Automobili. También gracias al apoyo de proveedores como Pirelli, que ha aportado su sistema Cyber Tyre: una tecnología pionera en el mundo y que integra hardware y software capaz de recopilar datos a partir de sensores ubicados en el interior de los neumáticos, procesarlos mediante algoritmos y software propio, y comunicarse en tiempo real con la electrónica del vehículo. Esto permite desarrollar nuevas funciones plenamente integradas en los sistemas de conducción y control, mejorando la experiencia al volante y aumentando la seguridad. Así, a pesar de la creciente complejidad, se reducen los compromisos y se crea un equilibrio perfecto entre tradición y tecnología.

He aquí las claves del Pagani Utopia Roadster, la última obra maestra nacida en ese pequeño atelier ubicado cerca de Módena y que convierte a cada V12 rugiente en un sueño hecho realidad.
Y para rizar el rizo, más detalles: ¿por qué abrir el capó motor con un botón táctil si se puede agarrar una tira de cuero, sentirla entre los dedos hasta oír el clic del cierre, notar la primera separación entre la carrocería y el capó que respira como un fuelle, y descubrir la maravilla mecánica del V12 biturbo afinado con un nivel de cuidado casi artesanal?