Prestaciones estratosféricas
Se le considera no sólo el vehículo de competición más bello de la historia, sino el automóvil más bello de todos los tiempos. Punto. El Lancia Stratos, animado por una mecánica V6 heredada del mismísimo Ferrari Dino, nació en exclusiva para la competición y sólo a partir de esta base se adaptaron las unidades de producción. Esto es, el perfecto ejemplo de que la forma sigue a la función. Del mismo modo, Pirelli recibió el encargo de diseñar unos neumáticos a medida para esta joya diseñada por Bertone. ¿El resultado? Los P7, primeros neumáticos de perfil ultrabajo del mundo –característica destinada a mejorar la manejabilidad–, y opción que, desde entonces, se ha consolidado en la industria como estándar de las altas prestaciones.
El Stratos alzó tres títulos en el mundo de los rallyes en los años 70 y se mantuvo en la batalla por las victorias hasta los 80. Su última participación, de hecho, fue el Tour de Corse de 1981 con el francés Bernard Darniche a los mandos.
En la actualidad, es otro galo quien se ocupa de mantener vivo el legado competitivo de este modelo. El ex piloto de F1, Erik Comas, ha inscrito un impresionante Stratos con apoyo de Pirelli en el campeonato FIA de rallyes para modelos históricos. Su montura va calzada con gomas P7 Corsa Classic, versión mejorada de las cubiertas originales.
El certamen acepta toda clase de automóviles fabricados hasta el año 1989, algo que no impide que Comas y su impresionante Stratos se mantengan en la lucha por la cabeza. Los principios que abrazaba este modelo desde su lanzamiento en 1970 son tan válidos en el siglo XXI como lo eran entonces: peso rebajado al mínimo y con un reparto equilibrado, rápida reacción a las demandas del volante y un centro de gravedad bajo.
De los Grandes Premios a los tramos
Erik disfrutó de una exitosa carrera en Fórmula 1, con cuatro campañas entre 1991 y 1994, aunque su sueño había sido ser piloto de rallyes. Ahora, a los 53, ha hecho realidad aquella ambición de juventud… ¡y al volante del coche de sus sueños! Para Comas, esta consideración va más allá de la apariencia estética o la gloriosa melodía del motor V6. En ella se incluyen los paisajes y las tradiciones; en definitiva, la suma de aventuras humanas y deportivas que sólo esta especialidad es capaz de ofrecer.
Erik contaba apenas 10 años cuando se enamoró del Stratos, aunque su carrera se dirigía por entonces a las competiciones de circuito, que sus padres consideraban más seguras. Con todo, el francés encuentra bastantes similitudes entre los potentes monoplazas que pilotaba por entonces y su experiencia actual a los mandos del Lancia: en ambos casos se trataba de unidades de propulsión y con más potencia que agarre. Esta afirmación puede comprobarse con solo ver al piloto galo al volante del Stratos y su juego constante con el gas para deslizar en las curvas del circuito de Castelletto di Branduzzo, cercano a Milán, en Italia, donde probó la unidad por primera vez antes del inicio de la temporada…
Héroe de héroes
Si el Lancia Stratos ha sido el coche preferido de Erik Comas, no hay duda de quién es la persona que más ha marcado su carrera deportiva. Hablamos de Ayrton Senna, que probablemente le salvó la vida cuando éste colisionó con violencia en la rápida curva de Blanchimont durante los entrenamientos para el Gran Premio de Bélgica de 1992, que se celebraba en Spa-Francorchamps.
Erik quedó brevemente inconsciente como resultado de la fuerza del golpe, y Senna fue el único de sus rivales que paró a socorrerle. El brasileño apagó la mecánica Renault del Ligier –que giraba entonces a máximas revoluciones, con el riesgo de fuego que ello entrañaba– y mantuvo la cabeza de Comas estable mientras llegaban los servicios de emergencia. En una triste ironía, Erik intentó hacer lo mismo por Senna dos años después en Imola. En aquella ocasión no tuvo éxito, y aunque se mostró muy molesto por verse obligado a reiniciar aquel fatídico Gran Premio de San Marino, optó por retirarse de la Fórmula 1 al término de la temporada 1994.
“Ayrton es y será siempre mi héroe”, apunta con firmeza Erik, enfatizando la conexión entre ambos pilotos, todavía hoy firme. La misma intensidad que la relación que lo une a su Lancia Stratos.