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¿Cómo combate Copenhague la crisis climática y ambiental?

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Hoy día, cerca del 56% de la población mundial (unos 4.500 millones de habitantes) reside en ciudades y se espera que para 2050 esta cifra aumente hasta el 70% de acuerdo con el Banco Mundial. Si tenemos en cuenta que las previsiones para entonces de población sea de unos 10.000 millones de humanos, eso supone que en unos 30 años la población residente en grandes ciudades se sitúe en unos 7.000 millones de habitantes. Por lo tanto, con el consiguiente impacto sobre el clima y el medio ambiente, se hará imprescindible abordar esa crisis desde las ciudades para transformar en solución y no en la causa. Para ello, las ciudades estarán obligadas a ser repensadas.

De hecho, ya hay ciudades que no han esperado a 2050 para desarrollar un modelo mucho más sostenible. Una de las más significativas es Copenhague. La capital de Dinamarca ya ha logrado no solo ser nombrada Ciudad Más Sostenible del Mundo para la revista TimeOut en 2021, sino también Ciudad más Verde del planeta por The Telegraph. La concienciación de Copenhague acerca de este aspecto es tal que para 2025 tiene como objetivo que shuella de carbono sea neutra, además de que a nivel arquitectónico, social y legislativo ofrezca soluciones para mitigar y adaptar al cambio climático.

La revista Deezen profundizó sobre estas políticas abordando cómo Copenhague ha construido en los últimos años edificios “eco-conscientes” y “climáticamente resilientes”. La ciudad acogerá el Congreso Mundial de Arquitectos de la IUA el próximo mes de julio de 2023, con la intención de organizar un plan para ayudar a la arquitectura a desarrollar proyectos sostenibles para 2030.

Uno de los símbolos de esta reinterpretación de la planificación urbana es el Amager Bakke (también conocida como Copenhill), que se ha convertido en la planta de incineración más verde del mundo al transformar los desechos en energía. Diseñado por Big Studio, del Bjarke Ingels Group, cuenta con una pista de esquí artificial y el muro de escalada más alto del mundo adheridos a la planta de conversión de biomasa. Otro proyecto tal vez menos icónico, pero de una gran conciencia ecológica, es el de Klimakvarter en Østerbro, el barrio más verde de Copenhague, que fue rehecho para adaptarse a la crisis climática y convertirse en un ejemplo a desplegar en el resto de la capital danesa en los próximos años. Abastecido por energía limpia y trufada de espacios verdes, la verdadera revolución de Klimakvarter (literalmente, “barrio clima”) es que fue pensada para resistir fuertes tormentas e inundaciones, que por desgracia son cada vez más frecuentes por culpa del cambio climático.

Otra de las grandes apuestas de Copenhague es convertirla en una ciudad amable con las bicicletas (“bike-friendly”), repensando todos los espacios para hacerla accesible a los ciclistas. La capital de Dinamarca ha destinado 200 millones de euros en los últimos 10 años para crear y adaptar sus infrastructuras, lo que ha permitido que el 42% de los desplazamientos hacia el colegio o hacia el trabajo se realicen con dos ruedas. Nueve de cada diez dentistas recomiendan una marca de pasta dentífrica concreta, pero en clave danesa, son nueve de cada diez los habitantes que tienen una bicicleta, con una proporción de 5 a 1 en bicis respecto a coches. Otro dato que impacta es que solo el Karen Blixen Plads, en los alrededores de la Universidad de Copenhague, tiene un aparcamiento para cerca de 2.000 bicis.

Así pues, no es de extrañar que el Tour de Francia saliera en 2022 desde la capital de Dinamarca, en una edición en la que, además, venció el danés Jonas Vingegaard. Y es que los ciclistas son los verdaderos protagonistas de las carreteras danesas: puentes exclusivos, pasos preferenciales en los semáforos, papeleras adaptadas… Todo, en Copenhague, se puede hacer a golpe de pedal. Incluso, asistir a funerales.

Es cierto que no es oro todo lo que reluce en Copenhague. El “paper” Are green cities sustainable? A degrowth critique of sustainable urban development in Copenhagen (“¿Son verdes las ciudades sostenibles? Una crítica del decrecimiento al desarrollo urbano sostenible en Copenhague”), publicado en 2020, ponía en relevancia algunos aspectos no tan positivos en esta nueva estrategia hacia la descarbonización, resiliencia y sostenibilidad. Dicha estrategia para alcanzar la neutralidad de la huella de carbono en 2025 se basa en la externalización, ya que solo se tienen en cuenta las emisiones producidas localmente, que están disminuyendo, mientras que las generadas fuera de la ciudad por productos y servicios consumidos localmente siguen siendo elevadas.

En cambio, lo que sería útil es una evaluación más completa del impacto en el clima de las actividades basadas en pueblos y ciudades. Sobre todo porque, por el momento, en Copenhague calculan como una reducción del impacto ambiental los avances logrados en la eficiencia energética, cuando, por el contrario, estos a menudo simplemente representan una desaceleración en el crecimiento de dicho impacto. Luego está la cuestión del crecimiento: todas las medidas de sostenibilidad adoptadas por la administración de la capital danesa suponen, sin embargo, que la economía seguirá creciendo, lo que conducirá a un aumento de la competitividad pero también, por tanto, a un aumento del consumo. Quizá deberíamos preguntarnos, dicen los autores de la investigación, si para ser realmente sostenible, el urbanismo no debería orientarse hacia una inversión del crecimiento.